y
de repente
lo
que ya creía definitivamente archivado en el arcón
de
los recuerdos
pintó
otra vez
así
sin
decir agua va
sin
previo aviso
justo
a esta altura del partido
cuando
disfrutaba de un cómodo lugar en la platea
y
me había acostumbrado a mi rol de espectador
a
observar con ojo irónico
distante
divertido
las
gambetas de los otros jugadores
sin
comprometerme
impasible
desde
lejos…
(estoy
hablando del amor
lo
aclaro por si alguno
todavía
no
ha entendido)
pero
no
cosa
de mandinga
o
el destino
qué
sé yo
venirme
a encontrar otra vez pisando este pastito
trota
que te trota
intentando
hacer algo digno con este par de piernas que
-lo
acepto-
día
a día más me pesan
más
me estorban
ambicionando
jugar esta pelota
tan
olvidada
tan
resbaladiza
tan
ajena
procurando
esquivar tantos rivales
(once
mil fieras)
corriendo
como loco para un lado
para
el otro
sin
noticias de mi equipo
(deben
de estar todos jubilados)
sin
recordar casi las reglas de este juego
-tu
juego-
y
para colmo de males
con
un arco contrario que parece estar tan lejos
tan
pero tan lejos
que
a veces siento ganas
-te
confieso-
de
patear con furia a la tribuna
pegar
la media vuelta
volverme
caminando despacito al banco de suplentes
y
quedarme ahí
largo
y tendido
mirando
cómo pasan las nubes por el cielo
sin
pensar en nada más
sin
pensar en vos
en
mí
en
todo esto que sin comerla ni beberla
me
cayó como peludo de regalo
la
reputísima madre que lo parió a cupido!